Con más de 6 mil 500 visitantes terminaron el Festival del Pozol, que se realizó en el parque La Pólvora, del 27 al 30 de junio.
Fue la segunda actividad pública, que congregó a miles de personas en un parque de la ciudad de Villahermosa. Es también una buena estrategia para recuperar estos espacios y que la ciudadanía se apropie de ellos.
Al igual que el Festival de la Ciudad, el del Pozol, logró que cientos de familias tabasqueñas se reunieran en torno a esta bebida, así como para degustar ricas comidas y otras delicias. Allí se hizo realidad el tan cacareado “consumo local”.
Hay que resaltar también, que el Festival del Pozol, se organiza con un esfuerzo ciudadano encabezado por Benjamín Bautista y Lupita Hernández, al que se sumaron el Ayuntamiento de Centro, la iniciativa privada, y toda esa gran fuerza y grandeza que tiene Tabasco: nuestros productores.
La participación de nuestros paisanos fue abundante. No sólo había pozolerías. De Balancán, vinieron los vendedores de tortilla de pozol. De Jalpa, los que ofrecían butifarras y quienes más presencia tenían eran los de Comalcalco. Por ahí estaban las embajadoras del cacao. Y las cocineras tradicionales nos alimentaron con sus delicias.
Un gran punto a favor, es que en este evento se promovió la cultura ambiental, no había vasos ni platos de unicel, por lo que los expositores recurrieron al uso de utensilios de plástico reutilizables (sí, de los que se lavan) y otros de papel. Los más sofisticados ofrecían productos hechos a base de fécula de maíz, cuya degradación es rápida. También pidieron que los visitantes llevarán, sus vasos, potes, termos o jicaras para que se les hiciera un descuento. Si te querías llevar una jícara, a casa, también te la vendían.
