Omara Portuondo Peláez nació en La Habana un 29 de octubre de 1930. Siempre ligada al mundo del espectáculo, comenzó bailando junto a su hermana Haydeé con quien también conformó el cuarteto Las d’Aida. Pronto tomó las riendas de su carrera en solitario y se convirtió en una de las voces más reconocidas de Cuba.
Hija de un negro hijo de esclavos y una blanca hija de españoles, Omara, la menor de tres hermanos, aprendió música en su casa, donde escuchaba los duetos de sus padres a quienes “la naturaleza les dio el don del oído”.
Su infancia se desarrolló en La Habana y fue, según cuenta, “como la de cualquier familia de un nivel económico bajo” en la Cuba de los años 30, en la que comían “como fuera”.
Además de la pobreza, la familia Portuondo Peliez tuvo que luchar contra el racismo de la época en el que no se toleraba un matrimonio entre negros y blancos, aún menos cuando un cónyuge provenía de esclavos y el otro de españoles adinerados.
Enamorada de su país, dice que la vida en la isla ha evolucionado “como en cualquier lugar del mundo, con las vueltas del globo terráqueo”, y una sociedad “formada por la mezcla española, africana e india”, así como “por influencias norteamericanas”, procedentes de la cercanía con Estados Unidos.
Viajera por obligación, se muestra feliz de haber conocido la región iberoamericana, donde prácticamente ha tenido la oportunidad de tocar en los 22 países que la conforman, los 19 de América Latina, España, Portugal y Andorra.
Y pese a sus 85 años, desde que a los 22 empezara a cantar en Las d’Aida, tiene claro que si naciera otra vez no podría ser más que cantante, “y deportista” por seguir con la estela de su padre.