El “Muelle Pequero de Frontera” construido por la década de los 60 del siglo pasado, exclusivamente para la operación de barcos pesquero escameros y camaronero, donde diariamente permanecían atracadas decenas de embaraciones, desde hace unos años paso a formar parte de una más de las propiedades de la Administración Portuaria Integral de Tabasco (APITAB), incluso mandado a cercar en su alrededor y no permitir la entrada a ningún ciudadano.
Desde su construcción, este muelle de 200 metros de largo, diariamente llegaban decenas de barcos, tanto escameros como camaroneros, donde descargaban su producción y las cargaban en camionetas para trasladarla a la capital de la republica y otras entidades de la república sin pagar ningún tipo de impuestos, además que personas particulares llegaban para pescar al anzuelo y pasar un rato de distracción.
Sin embargo desde que la Apitab se hizo cargo de este inmueble y comenzaron a arribar embaraciones petroleras, lo mando a cercar y no permitir el acceso, donde incluso ya se había planeado sacar a los pescadores que quedan, o cobrarles por al atraque de sus embarcaciones, pero ante la presión de permisionarios de pesca y armadores, acordaron que solo le iban autorizar unos 50 metros para que arrimaran sus barcos, pero para tener acceso tiene que portar un gafete autorizado por el Director de la Apitab.
En este muelle en la década de los 70 hasta el año 2000, se encontraban decenas de barcos camaroneros, pero la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), se encargó de ofertar un millón de pesos por embarcación con todo y permiso de pesca, por lo que algunas cooperativas y permisionarios aceptaron y todos los barcos fueron convertidos en chatarra que fue llevada al extranjero, otros que no aceptaron se trasladaron a los puertos del sureste del país, pues aquí por el azolve del canal natural de navegación ya no poden entrar ni salir.
Hoy el que manda aquí es la Apitab y es utilizado para la operación de embaraciones de compañías que le trabajan a Pemex, incluso antes del 2019 este muelle había sido concesionado a un particular, el cual solo entregaba un 10 por ciento de los recursos obtenido de la compañía por el uso del muelle, convirtiendo esto en un negocio redondo entre el particular y el director de la Apitap.
